Ángel de paz

Y así salio otro día del trabajo. Cansado, agobiado por los problemas, sin poder encontrar soluciones y queriendo que todo termine lo antes posible. Con la sensación de ser un condenado a muerte que lo único que espera es terminar de vivir su ultimo minuto.

Tomo su moto y atravesó la ciudad lo mas rápido que pudo. Sin prestar atención a nada especialmente a los riesgos que generaban la velocidad a la que andaba.

Después de todo las cosas no podían ir peor.

Lo aplastaban los sonidos retumbantes de las palabras ajenas y de los reproches por tal o cual cosa. Porque sus esfuerzos no alcanzaban, porque nada de lo que hiciera estaría bien.

Se encontró estacionando a "su brioso corcel", como solía decir en broma, en la puerta de la casa de su amada. Allí lo esperaba, agitando la cola y agazapada como una pantera, la mascota de la casa, una de esas criaturas que solo puede brindar amor.

Al entrar en el recinto la vio a ella, y su garganta pareció estallar. Tantas cosas que decir, tanto enojo reprimido. Y ella que limpiaba el piso lo miro a lo ojos, saludo con su "hola" tan particular y lo beso.

Él se recostó en el sillón y cuando ella se sentó a su lado, descargo toda su tristeza, con voz casi en llanto. Harto de todo.

Él contuvo las lagrimas pero ella, tan hermosa como siempre, no pudo hacerlo.

Estuvieron en silencio por un largo rato y él finalmente le dijo:

- No llores, no tenes porque hacerlo.

- Me pone mal verte así.

Entonces se dio cuenta. Que los únicos momentos que valían la pena del día eran cuando la veía, cuando la tenia a su lado. Ya que solo en esos momentos no importaba nada.

Tal vez las cosas pasan rápido. Pero él sabe que la ama y que hoy no sabría que hacer si ella no estuviera.

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